Thursday, September 29, 2011

La crisis bielorrusa asfixia a los trabajadores

Disfrazado de minero, con documentación falsa e intentando poner mi mejor cara de trabajador bielorruso, accedo a las instalaciones de una de las grandes minas de extracción de minerales que rodean la pequeña ciudad bielorrusa de Soligorsk.

Desciendo dos kilómetros bajo tierra cubierto por una oscuridad total y acompañado de 28 hombres más, hombres a los que la actual crisis bielorrusa está obligando a trabajar por tres veces menos de lo que ganaban hace un año, salario con el que han de hacer frente a unos precios que, en ocasiones, se han multiplicado por cinco.

Hasta aquí he llegado de la mano de un hombre que trabaja en esta mina desde hace más de 30 años, y al que, por motivos de seguridad, llamaré Iván. Hace ya cinco años que debería estar jubilado, pero los 90 dólares de la pensión no le permiten ni siquiera pagar los gastos mínimos de luz y agua de su apartamento. Iván se mueve con una facilidad pasmosa por los oscuros pasillos de esta mina, conduce por las galerías un coche de fabricación alemana, y me enseña con orgullo la que ha sido su segunda casa durante gran parte de su vida. La crisis le afecta, aunque se esfuerza en mantenerse fuerte y digno : “trabajaré hasta que me muera, no hay otra solución”, afirma categórico mientras me deslumbra con el foco de su casco. Iván se está jugando el puesto al colarme en la mina, pero quiere que vea que su trabajo vale más que 250 dólares. Aquí, el hombre extirpa minerales de las entrañas de la Tierra, y lo hace con gran peligro para los mineros, y con una merma importante de su salud. “Ahora trabajamos para poder comer, pero si no venimos a trabajar, otros lo harán”. La posibilidad de declararse en huelga no entra dentro de los planes de Iván y de sus compañeros.

Las minas de Soligorsk

En la mina trabajan mayoritariamente hombres maduros, algún jóvenes y muchos jubilados. Como reconoce en las galerías otro minero: “aquí trabajan muchos pensionistas, con sus pensiones no se puede hacer absolutamente nada. Era así antes, es así ahora y así será mañana”.

La devaluación del rublo ha dejado los salarios de estos trabajadores que se juegan la vida bajo tierra, en cifras ridículas, y es especialmente irritante en este caso. La mina, de propiedad estatal, vende en dólares la mayor parte de su producción a

China, por lo que no está ingresando menos por su trabajo, aunque si está pagando menos a sus trabajadores, que reciben sus salarios en la devaluada moneda nacional.

Las minas de Soligorsk

El hundimiento del rublo bielorruso tiene gran parte de la culpa de que Iván y su familia lo estén pasando mal. Su sueldo se ha depreciado junto con la divisa nacional, pasando de un salario digno, que rondaba los 1500 dólares, a percibir apenas 250. La esposa de Iván, a la que llamaremos Yulia, reconoce que su hija, emigrada en Rusia, les ayuda a subsistir: “sin el dinero de nuestra hija y sin los productos de la dacha no tendríamos comida en la mesa”. Y bien cierto es, la mesa de esta familia tiene todo lo que da su dacha. De hecho, éstas vuelven a ser, como en tiempos de la Unión Soviética, un importante apoyo para re

dondear las cuentas de las familias.

Las constantes devaluaciones del rublo bielorruso frente a las tres divisas predominantes en el país: el rublo ruso, el euro y el dólar, han generado además un mercado negro lleno de especuladores y gente desesperada por conseguir divisas y venderlas al día siguiente a mejor precio. De modo que el mercado negro es, en la Bielorrusia rural, el único mercado posible. En los bancos de Sologorsk no hay a la venta ni un solo dólar, y , junto a las cabinas de cambio, revolotean ancianos y ancianas que montan guardia dura

nte todo el día para ofrecer a los vendedores de divisas un precio mejor que el que daría el banco. Efectivamente, al percatarse de que soy extranjero, me veo rodeado por varios ancianos que desean comprar mis euros. El banco me los compra a 7000 rublos cada uno, ellos llegan a ofrecerme 11500.

La caída a los abismos del rublo ha arrastrado a toda la economía. Los precios, fijados por el dólar, se han multiplicado, y los salarios, fijados en rublos, se han quedado en nada. Una joven bielorrusa afincada en España y de visita en Soligorsk, a la que llamaremos Tamara, también ayuda a su madre. Tamara ha traído euros en metálico, ya que es una misión imposible tratar de comprarlos en un banco de esta ciudad. “Ahora aquí con 100 euros (más de un millón de rublos) puedes hacer lo que quieras”. La cuenta del restaurante donde Tamara, su familia y yo comemos mientras hablamos de la crisis, ha ascendido a 60.000 rublos, algo menos de 6 euros, una cantidad irrisoria para un europeo, una cifra importante para la madre de Tamara, que cobra 800.000 rublos.



La situación en la capital bielorrusa, Minsk, es similar, si bien en algunos bancos, muy pocos, aún venden divisas, por lo que los trabajadores pueden asegurar sus salarios comprando dólares, aunque perdiendo gran cantidad de su poder adquisitivo.

Aquí, nada más montar en el taxi, ya me ofrecen comprarme toda la moneda extranjera que lleve encima, en este caso rublos rusos. Los dólares son los mas deseados, ya que el euro es demasiado caro. El rublo ruso no es lo más buscado, pero cualquier cosa vale para deshacerse de los rublos bielorrusos. En Minsk encontramos afortunados que, desde antes de la crisis, tenían fijado su salario en dólares. Este es el caso de Anna, que, hasta hace poco consideraba su salario de 400 dólares como un salario muy bajo, y que ahora, por arte de la devaluación, cobra mucho más que su marido, que recibe el sueldo en rublos, y que antaño le duplicaba el sueldo.

Bielorrusia puede por lo menos felicitarse de que la carestía de alimentos y de toda clase de productos que sobrevino hace medio año, tras la primera devaluación, haya quedado atrás. Ahora las estanterías de las tiendas y supermercados de la capital y la provincia vuelven a estar repletas, aunque pocos se pueden permitir los altos precios. Y es que, ante el temor de una segunda devaluación, que sí se produjo, los bielorrusos se abalanzaron a comprar antes de que los precios volviesen a dispararse, y dejaron temblando tanto las estanterías de los supermercados como los concesionarios de coches.

La otra cara de la moneda de esta crisis la encontramos en los empresarios, tanto bielorrusos como extranjeros, que cobran sus exportaciones en dólares y pagan a sus empleados en rublos bielorrusos. Así, un empresario español al que llamaremos Ramón, tiene ahora, gracias a la crisis, un ahorro muy importante en salarios. “Les pago lo mismo que antes pero me resulta casi tres veces más barato”.

La crisis económica va, como no podía ser de otra manera, íntimamente unida a la crisis política que vive el país, aunque esta cara de la crisis sea mas difícil de ver, ya que el régimen de Lukashenko ha conseguido anular las críticas mediante el miedo y la propaganda. Nadie en su sano juicio nombrará a Lukashenko en público, y de ser así lo hará en voz baja y, a buen seguro, ganándose la desaprobación de sus compañeros de charla. Para ello se utiliza la expresión “nuestro Presidente”. Según una creencia popular, al nombrar a Lukashenco por teléfono saltan las alarmas, ya que hay un programa destinado a detectar dicho nombre. La paranoia es real y afecta a todos los sectores de la sociedad.

La prensa, por otro lado, cumple su función. Todo está bien, no hay crisis, y el rublo pronto volverá a su sitio. A su vez, el régimen ha empezado una campaña publicitaria de exaltación del amor patrio, y todas las ciudades y pueblos bielorrusos están plagados de carteles de ciudadanos sonrientes o veteranos de la Segunda Guerra Mundial , junto al lema “Unidos, somos Bielorrusia”, o bucólicas escenas pastoriles junto al slogan “Amo Bielorrusia”.

El gobierno trata con estas campañas de capitalizar el sentimiento de consternación surgido tras el atentado en el metro de Minsk, en la estación de Oktiabrskaya, el 11 de abril de 2011, y en el que murieron 13 personas, sacudiendo violentamente a la pacífica y tranquila sociedad bielorrusa. El pueblo, incrédulo ante aquel cruel atentado contra civiles, sin reivindicación ninguna y, aún menos sin justificación alguna, sintió más que nunca desde su creación hace ahora veinte años, la unidad nacional, algo que no es ajeno al poder.

La investigación de aquellos atentados se cerro tras la detención de dos personas que, según las autoridades, admitieron su responsabilidad, aunque no trascendieron ni sus nombres ni las motivaciones de la acción terrorista. Según el gobierno, los atacantes se proponían “desestabilizar el país”. Ante la falta de una versión oficial convincente, la rumorología comenzó a funcionar: una de las versiones apunta directamente al KGB bielorruso, que habría tratado de generar miedo en la sociedad para luego afianzar su poder deteniendo a los “culpables”. Otra versión apunta a servicios secretos de algún país “amigo” de Lukashenko, que habría hecho el trabajo sucio al Presidente con la connivencia del KGB, para culpar después a la de por sí machacada oposición política.

Sea como fuere, fue precisamente la oposición política a Lukashenco la que sufrió el primer envite del KGB, en forma de detenciones, confiscaciones de material y acusaciones de terrorismo sin fundamento alguno. Tras los atentados, los periodistas del diario digital Charter-97 se exiliaron a Vilinus, ya que en Minsk sólo les aguarda el calabozo, mientras que el líder opositor Alaksandr Łahviniec realiza su trabajo desde Varsovia, para poder actuar más libremente.

UN CAMBIO NECESARIO PARA PERSEGUIR LA PORNOGRAFÍA INFANTIL

Apenas se necesitan unos minutos para encontrar en Vkontakte, la red social más popular de Rusia, Ucrania y Bielorrusia, un listado de vídeos que muestran relaciones sexuales explícitas con menores. Hay usuarios que comparten de forma abierta en sus perfiles gran cantidad de fotografías y vídeos de pornografía infantil. Aunque parezca mentira, ni mirar ni descargar este material es un acto tipificado como delito.

La abogada Natela Panomareva cuenta desde su despacho de San Petersburgo, que según el artículo 242.1 de la Constitución de la Federación de Rusia, la ley contempla como delito el abuso en sí, y no especifica más, por lo que , legalmente, el consumo de pornografía infantil está dentro de la ley. También se estipula como delito la explotación comercial de este material, en el caso de que los padres del menor o una organización se lucren con ello. Por ello, teniendo en cuenta que los vídeos de pornografía infantil son expuestos junto a “banners” de publicidad, podría entenderse, según Panomareva, que Vkontakte los utiliza con ánimo de lucro, por lo que “legalmente podría procederse a su cierre, como el gobierno hace con las webs extremistas o terroristas”, asegura. Para esta abogada “la pornografía infantil en Internet tiene el peligro de que estimula a los pedófilos “latentes”, aquellos que nunca se habrían planteado la posibilidad de realizar sus fantasías, y que ven, gracias a Internet, que es posible”.

Según esta abogada peteburguesa, la posibilidad de aplicar la “castración química” para los pedófilos planteada por Pavel Astájov, defensor del menor en Rusia, y Yevugueni Bunimovich, defensor del menor de la región de Moscú y que parece contar con el apoyo del Kremlin, está lejos de poder llevarse a cabo, ya que implicaría profundos cambios constitucionales y legislativos. Por otra parte, Panomareva no termina de dar crédito a los resultados presentados por “Internet Wach Fundation” ( IWF) , según el cual el 20% de los abusos contra menores cometidos en el mundo y publicados en Internet son de origen ruso, aunque para la abogada “es evidente que la pobreza de las áreas rurales del interior de país es un caldo de cultivo para aquellos que pretenden explotar a los menores”. En este punto es fundamental, según Panomareva, que el estado garantice la seguridad de los menores sin padres, sin recursos o con problemas psíquicos, los más vulnerables ante los depredadores sexuales.

Yuri Sobolev es un joven informático ruso especializado en redes sociales: “VK es internacional, y tiene parte de sus servidores localizados en Londres, pero es un secreto el paradero del grueso del servidor”. Para Sobolev está claro : “la publicidad y sus ingresos, hacen responsable a VK de los contenidos que se publican. Si VK no detiene esto es por que hay intereses en que así sea”. Sobolev cree que uno de los motivos de que la pornografía infantil esté tan presente en VK y en la red rusa en general es la barrera idiomática, ya que una persona que no domine, o al menos pueda escribir en ruso, no podrá acceder a los contenidos, por lo que la posibilidad de denunciar esto se reduce a los ruso hablantes y, según Sobolev, “los rusos no quieren tener contacto con la policía. Un ejemplo es que en VK no existe la posibilidad de denunciar contenidos, al contrario que en Facebook, que se rige por normativas internacionales y que podría tener problemas si permitiese contenidos de este tipo”.

Sobolev cree que hay diferentes posibilidades de frenar este fenómeno; no permitir la subida de vídeos al perfil del usuario, tener la opción de denunciar los contenidos y aumentar el número de moderadores (aquellos encargados en filtrar los contenidos) que Sobolev cifra en una treintena, algo insignificante para los millones de usuarios que acceden diariamente a VK y que constantemente suben archivos de audio, foto y video a sus perfiles. Ante la eventualidad de que Moscú cambie la legislación actual y declare ilegal el consumo y la descarga de pornografía infantil, Sobolev asegura que entonces se podrá actuar, ya que los datos de los perfiles, aunque el usuario los borre, no desaparecen, por lo que podría rastrearse su tráfico de información y dar con ellos. Para este joven profesional, en este caso “VK muestra un claro desinterés por lo moralmente correcto”, punto en el que coincide con la opinión de un periodista de Fontanka.ru, que prefiere omitir su nombre : “Este es un problema de responsabilidad social de las empresas”.

Rusia cuenta con un departamento especial para la lucha contra los crímenes cibernéticos, el Grupo-K, con base en Moscú y un pequeño subgrupo en San Petersburgo. Oleg trabaja para estos últimos, es programador de profesión y se encarga de acceder a los ordenadores de los encausados. “El Grupo-K apenas actúa contra la pornografía infantil, no es delito, por lo que no se persigue”. Además, asegura Oleg, el grupo cuenta con escasos medios y se centra en crímenes económicos. Así, recuerda, “una vez encontramos una ingente cantidad de pornografía infantil en los discos duros de un detenido por fraude, todo aquél material fue desestimado, pues no se trataba de un delito”.

Oleg asegura que tendrían problemas en caso de querer bloquear el acceso a la red social, ya que “VK prefiere localizar sus servidores en el extranjero para evitarse problemas con las autoridades rusas”. Para este informático, aún contando con una ley que persiga la pornografía en Internet “los actuales medios son insuficientes, ya que el Grupo –K está saturado, y Rusia no cuenta con informáticos con la experiencia necesaria. Los chinos sabrían hacerlo, nosotros no”.

Según Oleg el 30% de la pornografía infantil en la red lo producen los propios menores, que esperan poder obtener beneficios económicos mediante páginas en Internet donde reciben una suma por cada visionado. También según Oleg, casi el 50% de lo subido a la red rusa proviene de Ucrania. “Todo se reduce a la responsabilidad, en la red rusa tan sólo el buscador Yandex trabaja con responsabilidad, el resto acepta cualquier material que les de acceso a usuarios, a publicidad, por tanto a dinero”.

Desgracidamanente, este material no se reduce a las redes sociales. En los últimos tres años han proliferado las páginas pesudo artísticas, que pretenden camuflar la pornografía entre una amalgama de moda y arte. En estas webs, niñas eslavas son explotadas sexualmente. Para acceder al contenido más explícito el usuario ha de pagar. Contra estas redes países como España, gracias a su legislación, actúan de manera periódica, deteniendo y encarcelando a aquellos que las visitan o bajan los archivos. En cambio, en Rusia, al no tratarse de un delito tipificado, depende tan sólo del criterio moral de los usuarios y de los servidores, los únicos que, a día de hoy, pueden poner coto a esta lacra.

Tuesday, September 20, 2011

LA OPOSICIÓN BIELORRUSA RESISTE LA PRESIÓN DE LUKACHENKO.


En un pequeño piso en la sureña ciudad bielorrusa de Gomel se encuentran las oficinas del grupo opositor “Movimiento para la Libertad”. Aquí las autoridades bielorrusas, poco amigas de las voces discordantes, parecen haber dejado un tiempo de tregua. Han sufrido arrestos, confiscaciones de material y constante seguimiento, pero al menos pueden seguir trabajando con relativa normalidad, no así como sus colegas de Minsk, disueltos por la presión y algunos en el exilio, o como la publicación “on-line” Charter-97, exiliada en bloque en Vilnius, Lituania.


Para concertar esta cita hemos andado con pies de plomo, sin revelar por teléfono cuando y donde, y limitando al máximo los correos electrónicos. Por mi parte pocas son las personas que saben que estoy aquí y he alquilado un pequeño piso por una noche para evitar el registro en un hotel. Puede parecer paranoico, pero al entrevistarse sin permiso de las autoridades con la oposición política, en la peor crisis vivida por el país desde que iniciara su camino independiente, y con el historial de periodistas bielorrusos y rusos que han conocido los calabozos del KGB bielorruso, toda precaución es poca.

Piotr Kuźniacoŭ, me recibe en su improvisado cuartel general, el salón y el dormitorio son las oficinas, con las paredes cargadas de recortes de prensa, casi todos extranjeros, donde aparecen sus acciones políticas, y con una gran bandera blanca atravesada por una franja roja, la bandera que la oposición quiere que substituya a la actual, heredada de los tiempos soviéticos, y a la que tan sólo se le eliminó la hoz y el martillo.


Piotr lleva muchos años enfrentándose al régimen de Lukachenko, y pese a que tras el atentado en el metro de Minsk en la estación de Oktiabrskaya, el 11 de abril de 2011, en el que murieron 13 personas, la presión ha aumentado notablemente, forzando al exilio a no pocos opositores, Piotr sigue en Gomel,

luchando cada día por hacer llegar a su pueblo las voces que los medios oficiales silencian.


Ricardo Marquina: ¿ que es lo que usted y su gente desean para Bielorrusia?


Piotr Kuźniacoŭ : “Progreso, democracia. Deseamos seguir los pasos de la Unión Europea. Queremos que nuestro pueblo avance en la libertad personal y económica”


R.M : ¿ Desean entonces seguir el camino tomado en los noventa por los países bálticos?


PK : “podría compararse con ese proceso histórico, pero con las excepciones lógicas de tratarse de países muy diferentes. En cualquier caso, el futuro de Bielorrusia pasa por la UE”.


R.M : ¿ que medidas son más urgentes en la Bielorrusia actual?


PK: “Lo primero es una reforma política, alejarnos del sistema ultra presidencialista de Lukachenko, La crisis económica actual, esta “crisis de las divisas”, es una consecuencia directa de la crisis política. Necesitamos un parlamento representativo y verdaderamente democrático. Aún así, la futura adhesión de Bielorrusia a la UE o incluso a Rusia ha de ser sometida a Referéndum.”


RM : Cual ha de ser la política en el futuro de Bielorrusia hacia Rusia?


PK . “Ha de ser la de buenos vecinos. Bielorrusia ha de pagar sus cuentas , el gas ruso, a precio de mercado, no hay que deber nada a nadie. Así tendremos una relación de amistad y no de dependencia.”


R.M : Resulta poco creíble las cifras con las que Lukachenko suele ganar las elecciones, siempre en torno al 90%. ¿cuál cree que es el apoyo real del Presidente entre la opinión Pública?


PK : “Antes de las elecciones y de que explotase la “crisis de las divisas”, el apoyo, en nuestra opinión, rondaba el 50 %, ahora, tras vivir las consecuencias de la crisis, estimamos que se encuentra en torno al 30%, pero es algo imposible de saber con certeza, ya que no tenemos un método independiente que valore este aspecto.”


RM : ¿y con que apoyo cuentan ustedes?


PK : “Nosotros , como grupo , es imposible de saber, pero nuestras ideas sí. Según encuestas recientes del propio gobierno el 52% de los bielorrusos desean integrarse en la UE, que es lo que la oposición en su conjunto reclama. Nuestro apoyo popular se ve muy mermado ya que Lukachenko hace propaganda desde los años 90 contra toda voz disidente. “


RM : ¿Qué presión han sufrido ustedes?


PK “Prácticamente la totalidad de los miembros de nuestro grupo han sido arrestados, yo mismo lo fui. Nuestra oficina fue asaltada y nuestro material confiscado, todo, papeles y ordenadores , tras los atentados de Abril. Los arrestados pasamos 5 días en el calabozo y tuvimos que pagar una multa de 250 dólares, un salario de un trabajador, a día de hoy.”


RM : ¿ considera su trabajo político como peligroso?


PK: “Siempre lo ha sido. Ahora, al menos aquí en Gomel, no hay peligro de arresto, pero los agentes de KGB vigilan quien entra y quien sale, y , evidentemente, escuchan nuestras llamadas. Generalmente también nos visitan de vez en cuando.” (Risas)


RM ¿ la presencia del idioma bielorruso en la vida publica es muy escasa. ¿ cual es su receta para cambiar esa situación?


PK: “Hay que poner el Bielorruso de moda, como en su día ocurrió con el ucraniano. Los jóvenes han de sentir el orgullo de hablar bielorruso como el símbolo de una nueva Bielorrusia libre.”


RM : La bomba del metro de Minsk ¿ saben ustedes quien fue?


PK “No, pero con un 100% de seguridad le puedo decir dos cosas. Primero, no fue nadie de la oposición, y , segundo Lukachenko sabe perfectamente quién fue, pero no lo dirá. También sabemos que no habrá más. Un nuevo atentado podría dar pie a un levantamiento popular.”


RM : la gente no habla de política en público ¿tienen miedo?


PK:” Sí, el sistema está hecho para que la gente tenga miedo.”